05 mayo 2010

36 años

Ayer se cumplieron treinta y seis años de la compra de mi primer coche, un seiscientos. Fuimos a recogerlo mi madre y yo a Jaén, al taller de la Seat y costó (más bien a mi madre) 25.000 de las antiguas pesetas. El viaje de vuelta fue emocionante: la primera vez que conducía sin el monitor de autoescuela a mi lado.
Era de color gris claro, casi tirando a beige, matrícula de Córdoba (CO-43.888) y las puertas, como debía ser, se abrían hacia atrás. Desgraciadamente no tengo ninguna foto que fije mis recuerdos ante su visión.
Muchos fines de semana aprovechaba y visitaba pueblos y ciudades de los alrededores. Por las tardes, si estaba en Bailén, recogía a mi madre cuando salía de su trabajo en el Parador.
Tuvo un final trágico: tres meses después, un 19 de julio, se incendió en Zocueca a causa de la brasa de un cigarro que cayó sobre sus asientos rellenos de una especie de paja sintética que ardió vorazmente al abrir las puertas y entrar en contacto el aire con el habitáculo incendiado. Ello nos obligó a volver andando a Bailén.
¡Lo que más me cabreó fue que se incendió la única vez que había llenado el depósito de gasolina!

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