28 enero 2011

Progresivos

Otro pasito más sin posibilidad de vuelta atrás. Llevaba bastante tiempo que me costaba mucho esfuerzo leer, sobre todo, esos libros de edición barata de letra pequeñita. Cada vez que me echaba uno de estos a la cara, lo evitaba, le daba de lado aunque tuviera muchas ganas de leerlo en ese momento –seguro que lo encontraré en otra edición con mejor tipo de letra, me decía resignado–.
El problema entró en vías de solución hace cuestión de un año, con la compra de un libro electrónico (Papyre 6.1). El hecho de poder poner el tamaño de letra al gusto del consumidor me vino que ni pintado. ¡Ha sido uno de los años que más he leído! Cerca de una treintena de libros han pasado por mis manos, algunos de ellos, inolvidables. Quiero recordar El tiempo entre costuras de María Dueñas, con algunos altibajos para mi gusto en la trama; la genial saga del sargento Bevilacqua y la número –de la Guardia Civil– Chamorro, de Lorenzo Silva –devoré los seis libros aparecidos hasta el momento en un plis plas–; o El asedio, de Arturo Pérez Reverte.
A lo que iba. Hoy he recuperado la posibilidad de leer esos libros de letra pequeñita y apretada. Hoy me he colocado unas gafas con lentes progresivas, que me permitirán retomar aquellos libros abandonados pero nunca olvidados.

Memoria

Hoy rebusqué en los huecos de mi memoria tratando de encontrar algo que me recordara a ti. No lo encontré. Los a...