26 abril 2010
Torremolinos.... años 40
Hoy he recibido dos estupendas postales Torremolinos con sendas fotografías de L. Roisin donde se ven las playas de La Carihuela y El Bajondillo en los años 40 (no me aventuraría a ubicarlas en los años 30, aunque tienen mucho de que sí). Ver para creer.
25 abril 2010
El tiempo entre costuras
Acabo de finalizar este libro de María Dueñas, que comencé a leer con desgana y con poco ánimo. La sinopsis que había leído del mismo no me resultaba demasiado atractiva: una modistilla, el protectorado español en Marruecos, amores... No sé, me sonaba un poco a novela rosa. El caso fue que, como no tenía a mano nada mejor que echarme al ojo, me decidí por su lectura.
Al final, tengo que reconocer que el libro merece la pena. Al menos, las tres cuartas partes primeras (imagino que habrá opiniones para todos los gustos). Y es que me pueden las narraciones que retratan la miseria de las gentes de los años previos a la Guerra Civil, y sobre todo, los posteriores, la lucha titánica por salir, por vivir un día más, la represión, las miradas huidizas. Y aquí, la autora lo borda con una prosa clara y muy amena.
Al final, tengo que reconocer que el libro merece la pena. Al menos, las tres cuartas partes primeras (imagino que habrá opiniones para todos los gustos). Y es que me pueden las narraciones que retratan la miseria de las gentes de los años previos a la Guerra Civil, y sobre todo, los posteriores, la lucha titánica por salir, por vivir un día más, la represión, las miradas huidizas. Y aquí, la autora lo borda con una prosa clara y muy amena.
María Dueñas nos lleva de la mano con genial maestría por el Madrid de los años 20 y comienzo de los 30. Las miserias, el trabajo denodado, la carencia de lo esencial... Con un lenguaje sencillo, describe los personajes, dotándolos de una humanidad entrañable: los personajes de la pensión en Tetuán son dignos ejemplos lo variopinta que puede llegar a ser el alma humana.
Sin embargo, no me ha gustado la parte final del libro, a pesar de que María Dueñas sigue trazando con su perspicaz escritura los más mínimos detalles. Lo veo poco creíble, demasiado fantástico «para ser real». No obstante, es una lectura muy recomendable, sobre todo, para este tiempo veraniego que se avecina.
17 abril 2010
Casa Rural «Baños de la Villa» de Priego de Córdoba
Este fin de semana lo hemos pasado en Priego de Córdoba. Aprovechando que participaban nuestros escolares en la Fiesta del Deporte que se ha celebrado en esta localidad cordobense, junto con otros deportistas de Almuñécar, Córdoba, Linares y el propio Priego, reservamos una habitación en esta sensacional Casa Rural.
Ya de por sí Priego es una ciudad digna de visitar. Entre sus monumentos más significativos se encuentran: el Castillo, el Barrio de la Villa (donde se encuentra enclavado este hotel), la casa natal de Niceto Alcalá Zamora, la fuente de los 139 caños, y un sin fin de iglesias y ermitas, dignos ejemplos del barroco andaluz.
Ya de por sí Priego es una ciudad digna de visitar. Entre sus monumentos más significativos se encuentran: el Castillo, el Barrio de la Villa (donde se encuentra enclavado este hotel), la casa natal de Niceto Alcalá Zamora, la fuente de los 139 caños, y un sin fin de iglesias y ermitas, dignos ejemplos del barroco andaluz.
Como decía, esta coqueta Casa Rural se encuentra ubicada dentro de un complicado entramado de callejuelas, de claras reminiscencias moriscas, que a través de pequeños paseos te transportan a otras épocas ya casi perdidas. El establecimiento es pequeño, creo que no tiene más de diez habitaciones, cada una bajo la denominación de un significativo nombre y decorada acorde al mismo.
Llegamos a media tarde, nos ofertaron la habitación denominada «Pasión», una combinación de bellísimos tonos rojizos y granates. Una vez aposentados en la misma, bajamos a darnos un baño en el hamán (piscinas con agua fría, templada y caliente). Estuvimos intercambiándonos en las mismas por espacio de más de una hora, entrando además en la sauna y saboreando tés aromáticos que estaban a disposición de los bañistas. Tengo que reconocer que la sauna la disfruté poquito: me ahogaba del calor que hacía allí dentro; y que a la piscina de agua fría ni me acerqué (¡tiritaba solo de pensar en meter allí un pie!). Durante el baño, también recibimos un relajante masaje de espalda. ¡Parece mentira que la masajista que me tocó a mí tuviera la fuerza que yo notaba en mi maltrecha columna.
Finalizado el baño, nos vestimos y nos fuimos a un restaurante rural de Zagrilla, núcleo poblacional cercano a Priego. Degustamos unas alitas (especiales de la casa), revuelto de collejas (¡llevaba años sin probarlas!) y presa ibérica, además de jamón, queso y algún plato más que ahora no recuerdo.
Para cerrar la noche, nos fuimos a echar unos cubatas a un par de pubs de Priego, los cuales, al igual que cualquier pub de cualquier sitio de España, haya muchas o pocas personas, independientemente de la «marcha» que tenga en su interior, la música la ponen para sordos. ¡Lo llevamos en la sangre!
10 abril 2010
Luxemburgo 2010
Hoy he conseguido el set en calidad BU que Luxemburgo emite para el año 2010. Esta vez he andado rápido, ya que se puso a la venta en pasado 8 de abril, es decir, hace dos días. Va a ser una cartera muy demandada por el escaso número de ejemplares puestos a la venta: sólo 7.500. La compra la he realizado directamente en la tienda virtual que posee el Banco Central de Luxemburgo (https://eshop.bcl.lu/). Lamentablemente, mientras estoy escribiendo esta reseña, ya aparece agotada y no es posible realizar pedido alguno.
La temática del set se centra en el período de la Revolución Industrial. Contiene las 8 monedas típicas de cada tirada (desde la moneda de un céntimo de euros a la de dos euros), además de la moneda conmemorativa de dos euros de este año, dedicada al «Escudo de Armas del Gran Duque Henri». Esta moneda, que se emitió el pasado mes de enero, contó con una tirada de 500.000 piezas, siendo muy cotizada en las pujas de Internet.
La temática del set se centra en el período de la Revolución Industrial. Contiene las 8 monedas típicas de cada tirada (desde la moneda de un céntimo de euros a la de dos euros), además de la moneda conmemorativa de dos euros de este año, dedicada al «Escudo de Armas del Gran Duque Henri». Esta moneda, que se emitió el pasado mes de enero, contó con una tirada de 500.000 piezas, siendo muy cotizada en las pujas de Internet.
Semana Santa en Cataluña
Esta Semana Santa no hemos bajado a La Carihuela porque habíamos planificado viajar a Gerona para echar unos días de turismo en compañía de Carlos y Alicia y los padres y hermana de ésta. No obstante, habíamos acordado realizar un viaje tranquilo, parando en algunos lugares para visitarlos, evitando llevar a cabo un viaje extenuante.
Salimos el miércoles camino de Tarragona. El tráfico fue escaso y el viaje transcurrió apaciblemente. Hacia las once y pico llegamos al Monasterio de Piedra, primer alto en el Camino. Realmente son impresionantes algunas de las cascadas que hay en el mismo. Dimos un agradable paseo siguiendo las indicaciones del folleto de visita. El tiempo nos acompañó, no hizo un calor excesivo ni tampoco una temperatura desagradable. Evidentemente lo que más impresiona es la Cascada del Caballo y el descenso que hay que hacer a través de unas escaleras interiores excavadas en la roca, a través de las cuales vas viendo dicha cascada a diferentes alturas. ¡Es realmente bonita!
Otro punto de la visita muy, pero que muy atractivo es la visita al Lago del Espejo. Verdaderamente te deja perplejo la belleza del paisaje reflejado en el agua. Tengo algunas fotos que acreditan tal maravilla.
Después de unas cervezas y un par de bocadillos, continuamos hacia Tarragona, ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad. Y a decir verdad que no desmerece tal denominación. Llegamos a media tarde. Nos dirigimos al Hotel de la Font, situado en la acogedora Plaza del mismo nombre. Una vez dejado el equipaje en las habitaciones y refrescado y descansado nuestros cuerpos, salimos a dar una vuelta por los alrededores del hotel, que contienen multitud de edificios y monumentos para visitar. Estuvimos callejeando y paseamos por delante del Ayuntamiento, de la Catedral (con unos frisos románicos en la portada maravillosos), de la Plaza del Foro, del Anfiteatro romano, etc.
Tras este relajante paseo, lleno de lugares perfectos para plasmarlos en fotografía, nos fuimos a cenar (más bien picotear) a la Plaza de la Font. Estuvimos en un bar llamado La Penya, y comimos y bebimos hasta saciar nuestras demandas, eso sí, acompañados por el partido Arsenal-Barcelona, que se jugaba esa noche.
Al día siguiente (jueves), tras desayunar en una cafetería de los alrededores del hotel, nos dirigimos a visitar en mayor profundidad el Anfiteatro romano y la Catedral.
El Anfiteatro es una verdadera preciosidad; se encuentra muy bien restaurado y conservado. Únicamente los restos de una antigua basílica y de una vieja necrópolis afean la visión global de este monumento. La Catedral, por su parte, es muy coqueta; un excelente ejemplo del gótico español con un magnífico y muy tranquilo claustro.
Hacía las una de la tarde salimos de Tarragona en dirección a Figueras. Decidimos hacer un alto para almorzar en Tossa de Mar, bellísima ciudad costera con un recinto amurallado y su ciudad medieval digna de visitarse. Antes de iniciar la visita decidimos almorzar en un restaurante a pie de playa llamado Rem Vell (Remo Viejo). La comida fue considerable y de una calidad alta (ensaladas varias, arroz negro, fideuá, y sus respectivos postres).
Al finalizar la comida nos desplazamos, paseando tranquilamente hace la ciudad amurallada. El camino de acceso no presentaba grandes dificultades, a pesar de estar encaramada esta villa en un elevado promontorio sobre el mar. Las vistas, a medida que íbamos subiendo, ganaban en belleza: la agreste costa gerundense en su lucha permanente con el mar. Increíbles las vistas desde el faro. Allí tomamos unos refrescos y descendimos hacia la ciudad turística. Esta bajada tiene rincones bellísimos y dignos de ser plasmados en alguna que otra foto.
Completada la visita enfilamos en dirección a Figueras, ciudad a la que llegamos alrededor de las siete de la tarde.
Allí nos reunimos con el padre de Alicia y nos fuimos a dar un paseo por la ciudad, ya que Mari (la madre) estaba aún trabajando, por lo que dimos un paseo de aproximación, haciendo hora para que finalizara su jornada laboral. Cenamos en casa tranquilamente.Figueras es una ciudad muy hermosa, llana, amplia, con edificios señoriales y con una Rambla pequeñita pero muy coqueta. Paseamos por ella con tranquilidad, viendo las fachadas del Museo del Juguete y del Museo del Ampurdán. Nos dirigimos hacia el Ayuntamiento, bello edificio de finales del XIX, y desde allí, a la joya de la corona, el Museo Dalí y la Iglesia de San Pedro, bello ejemplar del gótico catalán.
El Museo Dalí, excéntrico como el personaje al que está dedicado, cumple todas las expectactivas y tópicos que uno se fija antes de entrar, aunque en el lugar no abunden las obras más conocidas de este pintor. Me sorprendió el exceso de visitantes, que llegaba a agobiar en alguna de sus salas. Creo que una afluencia más restringida mejoraría la visita con creces. Destaca sobre todo el patio con el famoso Cadillac y el escenario del antiguo teatro donde se encuentran obras de enormes proporciones. Impresiona asimismo la magnificencia de la cúpula, intensamente azul la mañana que la visitamos. Interesante, aunque con demasiado público y mucha espera, es la sala Mae West, montaje sobre la cara de esta actriz americana que, con las prisas de la cola de personas esperando y empujándote a la salida, no se disfruta en toda su intensidad. También resulta muy seductoras las colecciones de acuarelas y pinturas dedicadas al Quijote y a la Divina Comedia.
Quizá lo que queda un poco fuera de lugar es la colección de Antonio Pixot, amigo personal e inseparable de Dalí en sus últimos años de vida, y actual director del Museo. Pixot presenta una colección cuando menos original. Copia escenas de cuadros clásicos y crea obras propias. Lo destacable es que toda la escena está conformada con piedras: los personajes, el paisaje, el mar, la naturaleza... todo son piedras de distinto tamaño y textura.
Salimos el miércoles camino de Tarragona. El tráfico fue escaso y el viaje transcurrió apaciblemente. Hacia las once y pico llegamos al Monasterio de Piedra, primer alto en el Camino. Realmente son impresionantes algunas de las cascadas que hay en el mismo. Dimos un agradable paseo siguiendo las indicaciones del folleto de visita. El tiempo nos acompañó, no hizo un calor excesivo ni tampoco una temperatura desagradable. Evidentemente lo que más impresiona es la Cascada del Caballo y el descenso que hay que hacer a través de unas escaleras interiores excavadas en la roca, a través de las cuales vas viendo dicha cascada a diferentes alturas. ¡Es realmente bonita!
Otro punto de la visita muy, pero que muy atractivo es la visita al Lago del Espejo. Verdaderamente te deja perplejo la belleza del paisaje reflejado en el agua. Tengo algunas fotos que acreditan tal maravilla.
Después de unas cervezas y un par de bocadillos, continuamos hacia Tarragona, ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad. Y a decir verdad que no desmerece tal denominación. Llegamos a media tarde. Nos dirigimos al Hotel de la Font, situado en la acogedora Plaza del mismo nombre. Una vez dejado el equipaje en las habitaciones y refrescado y descansado nuestros cuerpos, salimos a dar una vuelta por los alrededores del hotel, que contienen multitud de edificios y monumentos para visitar. Estuvimos callejeando y paseamos por delante del Ayuntamiento, de la Catedral (con unos frisos románicos en la portada maravillosos), de la Plaza del Foro, del Anfiteatro romano, etc.
Tras este relajante paseo, lleno de lugares perfectos para plasmarlos en fotografía, nos fuimos a cenar (más bien picotear) a la Plaza de la Font. Estuvimos en un bar llamado La Penya, y comimos y bebimos hasta saciar nuestras demandas, eso sí, acompañados por el partido Arsenal-Barcelona, que se jugaba esa noche.
Al día siguiente (jueves), tras desayunar en una cafetería de los alrededores del hotel, nos dirigimos a visitar en mayor profundidad el Anfiteatro romano y la Catedral.
El Anfiteatro es una verdadera preciosidad; se encuentra muy bien restaurado y conservado. Únicamente los restos de una antigua basílica y de una vieja necrópolis afean la visión global de este monumento. La Catedral, por su parte, es muy coqueta; un excelente ejemplo del gótico español con un magnífico y muy tranquilo claustro.
Hacía las una de la tarde salimos de Tarragona en dirección a Figueras. Decidimos hacer un alto para almorzar en Tossa de Mar, bellísima ciudad costera con un recinto amurallado y su ciudad medieval digna de visitarse. Antes de iniciar la visita decidimos almorzar en un restaurante a pie de playa llamado Rem Vell (Remo Viejo). La comida fue considerable y de una calidad alta (ensaladas varias, arroz negro, fideuá, y sus respectivos postres).
Al finalizar la comida nos desplazamos, paseando tranquilamente hace la ciudad amurallada. El camino de acceso no presentaba grandes dificultades, a pesar de estar encaramada esta villa en un elevado promontorio sobre el mar. Las vistas, a medida que íbamos subiendo, ganaban en belleza: la agreste costa gerundense en su lucha permanente con el mar. Increíbles las vistas desde el faro. Allí tomamos unos refrescos y descendimos hacia la ciudad turística. Esta bajada tiene rincones bellísimos y dignos de ser plasmados en alguna que otra foto.
Completada la visita enfilamos en dirección a Figueras, ciudad a la que llegamos alrededor de las siete de la tarde.
Allí nos reunimos con el padre de Alicia y nos fuimos a dar un paseo por la ciudad, ya que Mari (la madre) estaba aún trabajando, por lo que dimos un paseo de aproximación, haciendo hora para que finalizara su jornada laboral. Cenamos en casa tranquilamente.Figueras es una ciudad muy hermosa, llana, amplia, con edificios señoriales y con una Rambla pequeñita pero muy coqueta. Paseamos por ella con tranquilidad, viendo las fachadas del Museo del Juguete y del Museo del Ampurdán. Nos dirigimos hacia el Ayuntamiento, bello edificio de finales del XIX, y desde allí, a la joya de la corona, el Museo Dalí y la Iglesia de San Pedro, bello ejemplar del gótico catalán.
El Museo Dalí, excéntrico como el personaje al que está dedicado, cumple todas las expectactivas y tópicos que uno se fija antes de entrar, aunque en el lugar no abunden las obras más conocidas de este pintor. Me sorprendió el exceso de visitantes, que llegaba a agobiar en alguna de sus salas. Creo que una afluencia más restringida mejoraría la visita con creces. Destaca sobre todo el patio con el famoso Cadillac y el escenario del antiguo teatro donde se encuentran obras de enormes proporciones. Impresiona asimismo la magnificencia de la cúpula, intensamente azul la mañana que la visitamos. Interesante, aunque con demasiado público y mucha espera, es la sala Mae West, montaje sobre la cara de esta actriz americana que, con las prisas de la cola de personas esperando y empujándote a la salida, no se disfruta en toda su intensidad. También resulta muy seductoras las colecciones de acuarelas y pinturas dedicadas al Quijote y a la Divina Comedia.
Quizá lo que queda un poco fuera de lugar es la colección de Antonio Pixot, amigo personal e inseparable de Dalí en sus últimos años de vida, y actual director del Museo. Pixot presenta una colección cuando menos original. Copia escenas de cuadros clásicos y crea obras propias. Lo destacable es que toda la escena está conformada con piedras: los personajes, el paisaje, el mar, la naturaleza... todo son piedras de distinto tamaño y textura.
Finalmente, como postre a la visita, nos dirigimos a la sección de joyas diseñadas por este genio, donde la lujuria y el desenfreno campan a sus anchas: piedras preciosas de todas clases, oro de todas las calidades y colores, resultados imposibles de imaginar...
El sábado, 3 de abril, nos levantamos temprano, desayunamos y enfilamos con el coche en dirección a Francia. Íbamos a visitar la tumba de D. Antonio Machado, lugar de promesas del pasado que, gracias al empeño de mi hijo Carlos, pude cumplir. Fuimos bordeando toda la Costa Brava hasta llegar a Port Bou. Es difícil imaginar setenta años atrás al poeta atravesar la frontera, cargado de amargura y melancolía. Hicimos un alto en el faro de Cerbère, primera población francesa que se cruza con el viajero. Las vistas de la costa son impresionantes. La línea costera cae a plomo sobre acantilados salvajes. Al fondo, se ve la ciudad y en ella, la estación de tren donde arriba D. Antonio una mañana de finales de enero de 1939.
Continuamos viaje por tierras de viñedos derramándose colinas abajo (denominación francesa de origen de Banyuls), hasta llegar a Colliure, coqueto pueblecito marinero, muy visitado y querido por pintores y poetas del siglo pasado.
(CONTINUARÁ)
(CONTINUARÁ)
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