¡Todavía no me lo creo! Me parece realmente imposible que haya vuelto a suceder. ¿Quién me lo iba a decir? En un principio, yo pensaba que podría haber sido la novedad el verano, el comienzo de una relación amistosa muy enriquecedora con nuestros amigos granadinos, ¿qué sé yo..! Pero de nuevo ha ocurrido durante esta Semana Santa. Hemos pasado toda la semana en La Carihuela y no he conseguido encontrar un sólo momento para leer, para hacer las chapuzas correspondientes, para ver cualquier película (en casa, se sobreentiende) o -y esto es lo increible- para conectarme a Internet. He conseguido estar más de una semana sin leer el correo, sin ver y descargar los grupos de noticias, sin ojear la prensa on-line, o ver las cuentas del banco.
¿Que en qué he invertido mi tiempo? En descubrir la utilidad de mis sentidos: cegarme con la maravillosa luz que desprende el Mediterráneo al amanecer; deleitarme con las conversaciones de mis semejantes, unas veces conocidos y otras no; degustar la exquisitez de la cocina malagueña; disfrutar con los interminables olores del entorno: el mar, la exhuberancia de las plantas por todos lados, los guisos caseros, los vinos ...; y tocar todo esto desde la satisfacción de lo vivido. ¡No se puede pedir más!
Si hace un par de años me lo llegan a decir, me hubiera carcajeado de tal afirmación. ¡CARPE DIEM!